martes, 14 de agosto de 2012

Cuentos sobre la existencia del ser. Cuento 3: Un domingo cualquiera




Mientras camino siento la pesadez de mi ser, mi levedad, mi soledad. Camino y nadie se da cuenta de lo que pienso, de lo que percibo, personas a mi alrededor dejando la vida pasar, se les va de las manos en tan solo un instante; esperando el semáforo, anhelando que llegue el día en que sean felices, con sus caras alargadas y cansadas de la rutina, añorando un escape a sus deseos.

Me siento en la banca de aquel parque lleno de niños jugando, observo cómo sonríen despreocupados, tan livianos y puros. Y pensar que pasados los años sus almas se perderán en el abismo del tiempo, así como lo han hecho todas esas personas que van caminando de prisa, preocupados por todo y por nada.

Miro a un lado, una pareja de ancianos va caminando tranquilamente por el parque, intercambiando miradas  sonrisas sinceras, disfrutando cada minuto, cada segundo. Después de una vida  ahora se encuentran conscientes de sus personas, disfrutando de lo que ahora son, de lo que queda ellos.

Ahora sigo caminando por el parque, paso junto al lago donde hay un viejo ermitaño dándole de comer a los patos, pasando una y mil cosas por su cabeza, me mira y me sonríe forzadamente, como si tuviera una gran carga en sus hombros. Me dirijo hacia la cafetería de la esquina, entro y le pido a la señorita un chocolate caliente, ella cansada me atiende de la manera más amable, se nota en su mirada que ya no quiere más la misma vida que ha llevado, sólo ella sabe por cuánto tiempo.

Me siento en el sofá de un rincón de aquella cafetería, en frente de mí está un adolescente, tiene la mirada hacia un cuaderno que tiene en la mesa, ¿qué estará imaginando? Al parecer está dibujando un ser extraño que está saliendo de su mente, quizá de algún sueño que tuvo la noche anterior. Ante esto sonrío hacia mis adentros recordando cómo era yo de adolescente.

Por fin llego a mi apartamento, me acuesto en la cama y a través de la ventana miro el infinito acompañada de la luna, aún ella tiene un poco de compañía. Ahora, es mi momento, a lo largo de este domingo tan cotidiano, he pensado sobre los demás, es mi turno, pensar en que soy una de esas personas de las cuales tenía pensamientos vagos, a final de cuentas reflejo lo que soy hacia ellos. Sí, me hallo aquí solitaria dejando la vida pasar minuto a minuto, preguntándome por el todo y por la nada, con sentimientos vacíos, intentando definir la vida y lo que hay en ella. Sin embargo, me hallo perdida en el tiempo sin respuesta alguna andando sin rumbo en contra del reloj.


No hay comentarios:

Publicar un comentario