En algún lugar de algún país frío y lejano existió
una niña, una bella niña llamada Sonia. Ella
vivía en una castillo inmenso, donde habitaban su papá, su mamá y su
hermano mayor. Junto con ellos también habitaba la servidumbre, una de esas
personas era su nana Maggie. Nana Maggie era la única que estaba al pendiente
de la pequeña Sonia, ya que sus papás siempre se encontraban ocupados y su
hermano se la pasaba de fiesta en fiesta.
A Sonia le daba la impresión de que su nana era
mágica, pues siempre que le contaba historias se sentía dentro de ellas,
imaginaba todo lo que sucedía.
Una noche, antes de dormir, nana Maggie le contó una
de sus historias a la pequeña Sonia. Se trataba de un dinosaurio, un
triceraptors, enorme y con dientes filosos, esta vez a Sonia le dio mucho
miedo. ¡Imaginarse un dinosaurio que parecía que se la quería comer!¡Qué
espanto! Al final del cuento ella seguía perpleja de lo que imaginó, aun cuando
la historia había terminado veía al triceraptors en frente de ella, se quedo un
largo tiempo sentada en la cama viéndolo, sin decir palabra alguna hasta
quedarse dormida, aún dentro de sus sueños seguía viendo al dinosaurio. Y
cuando despertó, el dinosaurio todavía seguía ahí. Asustada saltó sobre la cama, no entendía por
qué seguía ahí, ni siquiera se atrevía a tocarlo para averiguar si era real.
-¡Nana Maggie!- Gritó con desesperación. La nana de
inmediato corrió a la habitación de Sonia a preguntarle qué pasaba, Sonia le
contó lo ocurrido intentando señalar al dinosaurio, pero nana Maggie no veía
nada. Ninguna de las dos entendía lo que ocurría. Nana Maggie se sintió
culpable por causarle ese temor a Sonia, ahora la pequeña no podía quitar la
imagen del dinosaurio de su cabeza.
A nana Maggie se le ocurrió contarle otro cuento,
donde no había dinosaurios, tal vez así Sonia olvidaría al triceraptors e
imaginaría cosas fantásticas y grandiosas. Pero Sonia a pesar de los cuentos
hermosos que le contaba la nana seguía viendo al dinosaurio cuanto tras cuento,
el triceraptors estaba presente en cada una de esos cuentos.
De pronto, a nana Maggie se le ocurrió otra idea, que
Sonia intentara platicar con el dinosaurio, ver si este le respondía. Sonia a
miró con gran temor y asombro. Tenía miedo de hacer enojar al triceraptors y se
la comiera. La nana le dijo que de ser así, ya se la hubiera comido desde
antes, que no tuviera miedo, que sólo así podría saber la razón que estuviese
ahí al dinosaurio.
Sonia temblando de miedo se acercó lo más que pudo al
dinosaurio, temblaba de miedo.-Hola, me llamo Sonia. ¿Y tú?- Le dijo al
dinosaurio. Pero el triceraptors no respondió, solo la miraba fijamente. -¿Por…
por qué estás aquí?¿Qué quieres de mí? Sólo no me comas por favor. Ante esto el
dinosaurio se echó a reír fuertemente mientras que Sonia se atemorizó aún más.
-¿Comerte? ¡Ja ja ja!¿Cómo podía ser posible eso? A
menos que tú lo quieras, puesto que soy productos de tu imaginación y de tus
miedos.-Dijo el dinosaurio.
-¿Producto de mi imaginación y mis miedos?¿Y por qué
no haz desaparecido?¿Por qué sigues aquí?
-Es sencillo, sigo aquí porque así lo haz deseado.
¿Ves el tamaño gigantesco que tengo? Bueno, pues es el tamaño de tus miedos,
debes aprender a lidiar con ellos, o mejor aún, vencerlos.
-¿Cómo hago eso?¿Qué tengo que hacer para vencerlos?
-Lo mismo que haz hecho conmigo, enfrentarlos. ¿Ves?
Ahora me he encogido, eso quiere decir que ya no me temes. Apóyate en tu nana,
ella te ayudará a vencer tus miedos y serás más fuerte.
Sonia sorprendida de lo que le había dicho el dinosaurio
se echó a llorar, pues reconocía que temía a muchas cosas. Nana la abrazó y la
consoló, le dijo que esto era porque no se le permitía salir, siempre encerrada.
Nana Maggie le dijo que allá afuera hay todo un mundo posibilidades, que era
inmenso, pero que tenía que ser fuerte, pues no todo es maravilloso, que se
encontraría con cosas buenas y cosas malas, pero que de todo ello tiene que
aprender y crecer. Así que Sonia decidida empacó sus cosas para emprender un
viaje a todo ello que le era desconocido, aun a su corta edad ella estaba
segura que lo tenía que hacer y que no podía seguir viviendo encerrada. Así que
Sonia partió y nana Maggie le acompañó en su viaje, viaje del que jamás
regresaría a su lugar de origen…