En el abismo de mis lamentos hallo el equilibrio perfecto
que nadie entenderá, los colores empiezan a surgir recorriendo mi alma
llenándome de luz hasta elevarme a lo más alto de la penumbra; no, esto no es
un sueño, no sé si sea real, pero está
pasando.
Me introduzco y comienzo el viaje hacia el centro de mi ser,
ella me observa, contemplando el cambio, sanando las heridas. El alma empieza a
iluminarse y solo ella está mirando; ante mis ojos está ocurriendo la
metamorfosis sin siquiera darme cuenta. Los colores saltan ante la oscuridad y
nadie, ni siquiera ella puede hacer nada; pero no hay miedo ni dolor, solo la
brisa de la bella soledad que acaricia suavemente los recuerdos.
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